
Pedro Sánchez, este jueves en la Moncloa, presentando el plan del Gobierno contra los aranceles de Trump. EFE
Pedro Sánchez gana oxígeno presentándose como líder contra la guerra de los aranceles igual que hizo en la covid
El Gobierno confía en que la negociación de la UE con EEUU rebaje los aranceles. Carlos Cuerpo gana peso para encabezar la gestión del plan.
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El concepto de "rally round the flag" o "efecto de concentración alrededor de la bandera" se utiliza en ciencia política para designar el efecto positivo que puede tener para los dirigentes políticos saber liderar la gestión en una crisis.
Pedro Sánchez es experto en utilizar ese efecto y venirse arriba con la presentación de planes de emergencia nacional, como el de recuperación o el de resiliencia. Ahora vuelve ese Sánchez con el "Plan de respuesta y relanzamiento comercial" para hacer frente a los efectos negativos de los aranceles impuestos por Donald Trump.
De hecho, el presidente del Gobierno no ha resistido la tentación y este jueves, en un mensaje a la nación para responder a la guerra de los aranceles, evocó sus planes para hacer frente a la pandemia, para afrontar la inflación tras la guerra de Ucrania y hasta para la reconstrucción de las zonas afectadas por la dana.
Incluso, Sánchez utilizó una retórica que revive el "saldremos mejores", asegurando que se trata de "una oportunidad para hacernos más fuertes ante la crisis y para mejorar".
"Nuestros valores no están en venta. Nuestros productos y servicios, sí", asegura el eslogan elegido por Moncloa para reunir consenso alrededor del plan.
Lo complementó con el compromiso de tomar todas las medidas necesarias para no dejar a nadie atrás y referencias similares a lo que fue el "escudo social" de la pandemia y de las medidas para afrontar el repunte de la inflación por la guerra de Ucrania.
Sánchez vuelve a tomar la bandera, con la ventaja de que se trata de asuntos que tienen que ver con la política europea en la que se siente cómodo y, además, con la ventaja de tener enfrente a un "malo reconocible" como es Donald Trump.
Tanto como que políticamente le sirve para poner en evidencia la incómoda y cuestionable posición de Vox como franquicia de Trump en España. Logra identificar a Santiago Abascal con ese "malo reconocible" y, de paso, toca cerca a Alberto Núñez Feijóo por los pactos autonómicos del PP con Vox.
La retórica de Moncloa expresada por Sánchez señala que la crisis es una oportunidad para "mejorar el tejido productivo de España" y abrir vías a otros mercados. Y lo es también para que el Gobierno pueda cambiar el tercio y pasar de los Presupuestos frustrados, las derrotas parlamentarias, el gasto militar y la fragilidad del Ejecutivo al plan para combatir la guerra de los aranceles de la Administración Trump.
Sánchez se ha distinguido siempre por su intuición para subirse antes que nadie a las olas favorables y por estar cómodo en la gestión de crisis.
Cuenta esta vez también con la coincidencia de fondo con el PP y también con sus socios parlamentarios de izquierdas, lo que no ocurría con el aumento del gasto militar.
Ahora sí se percibe el riesgo para España de una decisión de Trump, sin más fisura que la de Vox, enredado en su error de entregarse al presidente de Estados Unidos que, a su vez, aprueba medidas que perjudican a los ciudadanos españoles, especialmente, colectivos que habían cuidado, como el de los agricultores.
De hecho, fuentes de Moncloa dan por hecho que el partido de Abascal sufrirá por su posición. Y dan valor a la determinación de José María Aznar, muy crítico con Trump a través de Faes, que empuja a la dirección del PP hacia esa posición. Su posición contra Trump está en sintonía con la de los "republicanos clásicos", encabezados por el expresidente George Bush.
Carlos Cuerpo, reforzado
Sánchez ha diseñado un plan de acción política que supone, en la práctica, dar peso político al ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Él será el responsable de la comisión interministerial creada para coordinar las medidas para paliar los efectos de los aranceles y él será el interlocutor de los grupos parlamentarios, comunidades autónomas y agentes sociales para buscar acuerdos. También dará cuenta al Congreso de las medidas que se aprueben.
Esa interlocución política del Gobierno supone un cierto cambio con respecto a anteriores crisis gestionadas por Sánchez, en las que el presidente evitaba esos contactos. De hecho, este mismo miércoles ya ha habido unba reunión entre el ministro Cuerpo y Juan Bravo, portavoz económico del PP. Toda una novedad respecto a otras crisis.
Los avales del ICO y los seguros para los afectados irán al Consejo de Ministros, porque requieren real decreto ley y luego deberán ser convalidados en el Congreso. Y al Congreso irá la aprobación del plan Moves de ayuda a los vehículos eléctricos. En realidad ese plan quedó pendiente del decreto que se cayó en enero, pero el Gobierno lo recicla ahora como parte de las medidas para hacer frente a los efectos de los aranceles.
Sánchez, además, mantiene contacto directo con la Comisión Europea, con el convencimiento de que la negociación con Trump rebajará el arancel del 20% anunciado por el presidente de Estado Unidos.
Ayer mismo, a primera hora de la mañana, el presidente del Gobierno habló por teléfono con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para coordinar las actuaciones y dar respaldo a esas conversaciones, según fuentes de la Moncloa.
Sánchez viajará la próxima semana a China con la idea de buscar mercados alternativos y acuerdos comerciales.
"Vamos a ayudar a nuestras empresas a encontrar nuevos mercados y ampliar sus exportaciones", aseguró el presidente en su comparecencia en la Moncloa ante asociaciones y colectivos que pueden resultar afectados por los aranceles.
Sánchez no especificó a qué nuevos mercados alude, pero su referencia tiene continuidad con el viaje a China acompañado por una importante delegación empresarial.
Sánchez ha preferido, por el momento, dirigir su mensaje a lo más emocional, mientras que, por ejemplo, el presidente francés, Emmanuel Macron, fue a una posición más radical al hablar de boicot de las empresas de su país que invierten en Estados Unidos.
Macron ya ha mantenido una posición más dura que Sánchez con respecto al gasto militar y la posibilidad de enviar tropas a Ucrania. El líder francés ha buscado también el efecto "rally round the flag", incluso de forma mucho más clara, como consecuencia de su difícil situación política.